martes, 31 de marzo de 2020


Richard Wurmbrand
Richard Wurmbrand fue un pastor evangélico luterano de origen judío que nació el 24 de marzo de 1909 en BucarestRumania. Cuando los comunistas tomaron su tierra natal en 1945, Wurmbrand se hizo un líder de la iglesia en la clandestinidad. Él fue bautizado como creyente en la fe pentecostal pero de confesión luterana, posteriormente empezó a predicar en iglesias pentecostales rumanas de Estados Unidos.
En 1948, él y su esposa, Sabina, fueron arrestados. Pasó 14 años prisionero en las cárceles comunistas, incluyendo 3 años incomunicado en una celda subterránea, sin poder ver la luz del sol, viendo sólo a sus guardias y torturadores. Murió el 17 de febrero de 2001 en Torrance, un poblado del estado de California en los Estados Unidos de América.

Vida familiar

Richard fue el menor de 4 hermanos de una familia judía que vivía en Bucarest, la capital de Rumania. Su padre fue dentista, y por causa de su profesión debieron mudarse a EstambulTurquía. Después de la muerte de su padre por una epidemia de gripe en 1919 y al caer en una pobreza extrema su familia decidió retornar a Rumania. Richard fue un talentoso intelectual que llegó a dominar 9 idiomas. Tuvo una juventud tormentosa. Estuvo implicado activamente en políticas izquierdistas. En 1936 se casó con Sabina y en 1939 tuvo su único hijo, Michael.

Conversión al Cristianismo y ordenación como ministro

De joven dedicó tiempo a la actividad antisemítica en Rumanía, pero después se convirtió en creyente de Jesucristo como Mesías. En 1936 junto a su esposa Sabina conoció, durante unas vacaciones en las montañas de Rumania a un carpintero alemán de apellido Wolfkes, quien pusiera una Biblia en sus manos. No teniendo ninguna educación, este carpintero creyente logró incentivar a estos dos jóvenes judíos intelectuales a tomarse el tiempo para leer, al menos, uno de los Evangelios; una reseña de la biografía de la persona judía más famosa: "Jesucristo". Pronto Sabina y Richard conocieron a otros cristianos judíos, se convirtieron y fueron bautizados. Asistieron a la iglesia de la Misión Anglicana a los judíos en Bucarest. Eventualmente, estudiando por su cuenta, Richard, un carismático orador, fue primero ordenado como ministro anglicano y después como ministro luterano.

Persecución

Debido a la declaración de guerra de Rumania en contra de Inglaterra muchos ministros Anglicanos tuvieron que salir de Rumania. El Pastor Richard Wurmbrand y Sabina, su esposa, sin pensar en familia o posesiones, continuaron sin temor su trabajo misionero cristiano. Rescataron a numerosos judíos fuera de los barrios "ghettos", predicaron diariamente en muchos refugios antibombas y terminaron arrestados varias veces por actividades subterráneas cristianas durante el estado de guerra. Por lo menos una vez estuvieron próximos a ser sentenciados y ejecutados por un tribunal militar de Rumania, el cual no podía entender cómo dos judíos cristianos y otros cristianos, llevaban a cabo actividades subterráneas mientras Rumania estaba en guerra. Los Wurmbrand, amados y respetados por muchos cristianos de Rumania, escaparon de esta ejecución solo por la misericordia de Dios y mediante la intervención del jefe editor del principal periódico de ese tiempo.
Los parientes de Sabina, dos hermanas y un hermano, perecieron durante el período nazi. También muerto por legionarios rumanos nazis, fue Isaac Feinstein, un influyente misionero cristiano para los judíos rumanos, y quien fuera, junto con el carpintero mencionado, el principal instrumento en la conversión de los Wurmbrand. Su vida durante ese período fue descrita en el libro de Richard: "Cristo en el camino judío" (aún no traducido al español).
Durante el corto período después del final de la Segunda guerra Mundial, es decir de 1945 a 1947, cuando Rumania se transformó en un estado comunista, el Pastor Wurmbrand imprimió y organizó la distribución de un millón de Evangelios en el idioma ruso para las tropas soviéticas que ocuparon Rumania. Los Wurmbrand pastoreaban una Iglesia de mil miembros, en su mayoría judíos convertidos.

Prisioneros

En febrero de 1948 Richard, aunque se encontraba bajo la protección diplomática de Suecia, fue raptado de la vía pública por el gobierno comunista y desapareció bajo el sistema comunista en prisión. Durante los preparativos para el juicio fue tenido por casi 3 años bajo un nombre falso en una celda solitaria y sometido a torturas, con el fin de hacerle confesar crímenes imaginarios.
Richard permaneció durante 14 años en prisiones comunistas; fueron dos períodos: 1948-1956 y 1959-1964. Su esposa Sabina también fue encarcelada en un campo de esclavos por 3 años. En 1964, mediante el pago de $ 10,000, donados por cristianos de Noruega, Richard, su esposa y su hijo pudieron salir de la Rumania comunista. En sus libros "Torturado por Cristo", “La Esposa del Pastor” y "En el Subterráneo de Dios” (todavía no traducido), describen en detalle su vida bajo la persecución comunista.

En Noruega y Estados Unidos

Los Wurmbrand llegaron en diciembre de 1965 a Oslo, Noruega, y sin entender el idioma, visitaron el primer domingo la Iglesia Luterana Americana. Impresionados por la libertad de culto, lloraron durante toda la reunión. Myrus Knutson, el pastor de la iglesia, movido por una profunda compasión, abrió su casa generosamente a la familia refugiada; en tanto hizo conexiones para que se difunda el testimonio veraz de estos refugiados con sus historias de sufrimiento y tortura. Sus contactos respondieron; y así Richard Wurmbrand fue invitado a hablar en una de las reuniones más grandes de Oslo.
La reunión estuvo abierta a preguntas. Preguntaron, por ejemplo, si el Oeste debía o no tratar y coexistir con el comunismo. Ante esta pregunta Wurmbrand, siempre sincero en su comportamiento, lentamente se alejó del podium, arrebató la billetera de un oficial de ejército allí presente, y dijo, “Tome su dinero, su dinero está ahora en mi bolsillo. ¡Vamos a coexistir!” Explicó que, por supuesto, el comunismo quiere coexistir hasta que haya ocupado la mitad del mundo. El cáncer es otro problema, pero nadie ha decidido coexistir con el cáncer; de la misma manera acomodarse con el comunismo no es posible. A cada ladrón le gustaría coexistir con la policía, pero esto es inaceptable.
El oficial de ejército, el coronel Sturdy, se levantó de su lugar y dijo, “Caballeros, vamos a enviar a este hombre a América para que arrebate las billeteras de todos los izquierdistas y abran sus ojos”. Allí mismo se levantó una ofrenda y se organizó para los Wurmbrand un itinerario de un mes para hablar en el este de los Estados Unidos. Llegaron a Nueva York, pero inmediatamente hicieron las reservas para regresar, por falta de éxito. A todo esto, antes del vuelo de regreso, fueron a Filadelfia para visitar al único amigo que conocía, un ministro judío cristiano.
Este ministro también desanimó a Wurmbrand expresándole que no se quedara en los Estados Unidos, porque, según él, era demasiado viejo y débil para pastorear una Iglesia. De todos modos, le pidió a este amigo que le hiciera conocer un poco más de Filadelfia. Recorriendo la ciudad advirtieron en cierto lugar pasar la más grande demostración de manifestantes en contra de la guerra de Vietnam, se detuvieron a escuchar por curiosidad. ¡Aquí vemos la mano providencial de Dios! Inmediatamente Richard fue directo al micrófono y tomándolo dijo: “Ustedes no saben nada del comunismo, yo soy un Doctor en comunismo. Deberían estar del lado de las víctimas del comunismo en lugar de defender sus torturas”.
"¿Cómo puedes ser un doctor en comunismo?" fue la respuesta sarcástica. Aquí están mis credenciales, respondió Wurmbrand, quitándose su camisa y mostrando las cicatrices de las profundas torturas en su torso. La policía alejó a Wurmbrand solicitándole que se vistiera. Esto fue suficiente para que los periódicos tomaran fotos dramáticas e hicieran entrevistas. Al día siguiente en las primeras planas de casi todos los periódicos de los Estados Unidos, estaban las fotos del ministro mostrando sus cicatrices de tortura y artículos con las entrevistas; y así, Richard Wurmbrand tuvo que posponer su regreso por seis semanas.
Muy pronto tuvo que volver por tres meses más para seguir testificando. En mayo de 1966 testificó ante el Subcomité Interno de Seguridad del Senado de los Estados Unidos. Su testimonio se hizo más popular en los siguientes tres años.

La Voz de los Mártires

Junto con su familia emigró a los Estados Unidos en noviembre de 1966. Una vez allí, la familia Wurmbrand comenzó el ministerio "Misiones Cristianas para el Mundo Comunista", hoy conocido bajo el nombre "La Voz de los Mártires".
Esta misión llegó a ser una organización mundial que tiene como objetivo principal ayudar a los cristianos perseguidos por los regímenes comunistas - y ahora también por los regímenes islámicos - evangelizar a los izquierdistas y enemigos de Jesucristo y darles el mensaje más importante, el Evangelio de Jesucristo. Después de la “caída” del comunismo en la Unión Soviética y la apertura de los países comunistas de Europa Oriental, la misión intensificó su trabajo en los países árabes y en todos aquellos lugares de hostigamiento y opresión a los cristianos por causa de su fe. Las actividades de esta misión y las giras de los Wurmbrand, quienes predicaron en muchos países, provocaron un gran impacto.
El mensaje de Wurmbrand siempre fue: “Odiemos los sistemas del diablo, pero amemos a los perseguidores y tratemos de ganarlos para Cristo”. De un profundo y agudo pensamiento, con una cálida personalidad, siempre daba gusto escucharlo. Su tema principal: el sufrimiento de la iglesia perseguida y un llamado a los cristianos de Occidente de ayudar a los hermanos perseguidos.
Líderes cristianos alrededor del mundo lo han llamado un mártir viviente y “el Pablo de la cortina de hierro”. Los Wurmbrand hablaron en la mayoría de los países del mundo libre, y estuvieron en muchos programas de televisión. Un ejemplo podría ser una sorprendente hora y media dialogando ante las cámaras con la famosa atea Madalyn Murray O'Hair, a quien dejó literalmente muda. Wurmbrand, quien no estaba básicamente invitado a esta entrevista, pidió la palabra: “He viajado a través del mundo y visto muchas obras caritativas como hospitales cristianos, orfanatos judíos, y hasta casas budistas para enfermos. ¿Podría usted darme un ejemplo de algún establecimiento caritativo ateo? La señorita Murray hizo silencio por varios minutos, en tanto el moderador invitó al pastor Wurmbrand a ser parte del debate. Desafortunadamente, Murray no estuvo de acuerdo con la publicación del video de esta entrevista.

Sus últimos años

Desconocidas son todavía muchas de sus obras teológicas escritas antes de estar en prisión bajo el comunismo. Han sido traducidas y esperan ser publicadas. Unos pocos de sus sermones aparecieron como “Mensajes en confinamiento solitario”. Continuamente los Wurmbrand viajaron y predicaron, aún con más de 85 años de edad. En los últimos cinco años de su vida, el pastor Wurmbrand fue confinado a su cama por una severa neuropatía, consecuencia de los terribles tres años de confinamiento solitario, donde fue obligado a pasar interminables horas de pie. Richard Wurmbrand falleció en Torrance, California, el 17 de febrero de 2001 de un paro respiratorio. Su esposa Sabina falleció el 11 de agosto de 2000. Su hijo, Michael, aún vive.
Fuente: Wikipedia


sábado, 1 de octubre de 2016

¡¡¡ Se inicia la Reforma Protestante!!!

¡¡¡ Se inicia la Reforma Protestante!!!

​​​Era el 31 de Octubre del año de nuestro Señor de 1517, cuando un monje agustino llamado Martín Lutero, clavó en la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittenberg, Alemania, sus 95 tesis,  donde ponía en evidencia las corrupciones de la Iglesia de Roma respecto a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras y la falsedad que estaba predicándose, ya que se apartaba al pueblo del único camino, que es Cristo, a cambio de supersticiones, falsas doctrinas, engaños interesados  y tradiciones humanas.
Era la víspera del día de todos los santificados [en inglés All Hallows Day, de ahí el término Halloween]. La Iglesia de Wittenberg tenía una colección de más de 19.000 reliquias, incluidos 13 trozos del pesebre, 2 briznas de heno, y 3 cabellos de María. En el Día de todos los santos, la gente solía reunirse para contemplar y venerar esas reliquias con el fin de disminuir el tiempo que deberían pasar en el Purgatorio en 100 días por cada una de ellas.

La maquinaria de la Iglesia de Roma utilizaba los medios de propaganda a su alcance para amedrentar a los católicos a fin de que hicieran sus donaciones en un cofre preparado a tal efecto y obtuvieran sus indulgencias.
 Con esta cruel artimaña, se engañaba a la gente que se veía más que obligada a depositar su dinero para que el alma de su ser querido saliera de ese lugar de tormento. El propósito de tal desatino era la construcción de la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, una ingeniosa obra de arte que resultaba muy costosa y que precisaba de recursos extraordinarios para ser acabada.  Este método resultó sumamente oportuno.   El enviado papal, un monje llamado Tetzel vendió indulgencias para reunir el dinero con el que pagar ese proyecto, con el sello de aprobación del Papa León X.
Las Noventa y cinco tesis de Lutero eran una protesta contra esta práctica.   Durante cientos de años, la Palabra de Dios había sido apartada por completo y alejada del pueblo llano.   El escrito de las “Noventa y cinco tesis de Lutero” fue la chispa que Dios utilizó para encender un fuego que llegó a conocerse como la Reforma Protestante.
A causa del valor que demostró Lutero para enfrentarse a toda la maquinaria de su época, teniendo mucho que perder y poco que ganar, millones de personas oirían, y muchos creerían, las verdaderas buenas nuevas de la Palabra de Dios: que Dios perdona a pecadores solo por su gracia y no por las obras que ellos puedan hacer, y que el único camino para entrar en el reino de los cielos es Cristo, quien justifica al impío.
Este paso de enfrentamiento de la verdad frente a la falsedad,  tuvo tales repercusiones que el mundo occidental en el que vivimos hoy, con avances en las artes, en las ciencias y en las letras,  es fruto de aquella chispa que inició Lutero, consolidó y sacó a la luz Calvino, y proclamaron el resto de los reformadores, dando inicio al gran desarrollo que conocemos en los países protestantes y del cual se ha beneficiado el resto del mundo.  Para observar bien su impacto, solo tenemos que comparar los países de tradición católica o pagana, con los países de tradición protestante, y veremos la enorme diferencia que existe en todas las áreas.
Nos cuenta el pastor Sugel Michelen en sus exposiciones sobre historia de la reforma:
A pesar de que varios factores se conjugaron para dar inicio a la Reforma Protestante, el factor detonante fue la venta de indulgencias, que en la época de Lutero había alcanzado proporciones alarmantes.
Según la teología de la Iglesia Católica Romana, por medio del bautismo la persona experimenta la regeneración espiritual, con el perdón total de los pecados y de toda la pena merecida por ellos. Pero una vez la persona es bautizada, los pecados que comete a partir de ese momento adquieren una malicia especial pues, como señala el ex – sacerdote Francisco Lacueva, “ya no es un enemigo el que peca, sino un amigo y un hijo, redimido por la sangre de Jesús, lo cual equivale a pisotear la Cruz de Cristo y caer en el estado anterior a la salvación”.
Así que, a pesar de que en el sacramento de la penitencia se perdona la culpa y la pena eterna debida a los pecados “mortales”, aún permanece, dice Roma, la pena temporal por los pecados ya perdonados. Y ¿cómo puede ser expiada esa pena temporal? Uno de los medios, dice Roma, es a través de las indulgencias.
En The Catholic Encyclopedia se define indulgencia como “la remisión del castigo temporal a causa del pecado, la culpa del cual ha sido perdonada”. Esa remisión es posible en virtud del llamado “tesoro de méritos y satisfacciones de Cristo, de María y de los santos”, del cual el Papa es el administrador soberano. De acuerdo con esta doctrina, los santos tienen un superávit de méritos, suficientes para ellos y para otros; haciendo uso de ese superávit se puede cancelar algunos o todos los castigos que el pecado merece.
Aunque Tomás de Aquino enfatizó el hecho de que las indulgencias no constituían en sí mismas el perdón de los pecados, sino que implicaban únicamente la remisión de las penas eclesiásticas y los tormentos del purgatorio, los predicadores de indulgencias no siempre daban tantas explicaciones. En 1477 el Papa Sixto IV confirmó que las indulgencias podían aplicarse también a los difuntos.
Como la guerra contra los turcos y la construcción de la Basílica de San Pedro requerían de una enorme cantidad de dinero, en los días del Papa León X la Iglesia recurrió a una gran venta de indulgencias, concediendo exclusividad en el Imperio Germánico a los dominicos.
Y es así como en Octubre de 1517 llegan estos vendedores a Wittemberg, concediendo indulgencias hasta por pecados que no habían sido aún cometidos. De estos vendedores, uno de los más destacados fue Juan Tetzel.
El perdón de los pecados no es un tema incidental en el evangelio de Cristo. La esencia de este mensaje es que Dios ofrece a los pecadores de pura gracia el perdón de todos sus pecados por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo en base a Su vida perfecta, Su muerte expiatoria y Su resurrección. El evangelio es un mensaje de perdón y reconciliación. Cualquier distorsión en ese aspecto del mensaje corrompe el corazón del evangelio. Y eso fue precisamente lo que ocurrió en el siglo XVI con la escandalosa venta de indulgencias.
En palabras simples, la indulgencia pretende ser una especie de cheque certificado, emitido por el Papa, por el que cancela algunos o todos los castigos temporales que merecen los pecados, al adjudicar al beneficiario una cantidad de méritos del superávit acumulado por los santos.
Según Roma, el Papa es el administrador soberano de este depósito sagrado, autoridad de la que se valió el Papa León X para proclamar una gran venta de indulgencias en los años 1514 y 1516 tomando como pretexto inicialmente la guerra contra los turcos y luego la terminación de la basílica de San Pedro.
Para esos fines comisionó en Alemania al príncipe elector Alberto de Maguncia, Arzobispo de Magdeburgo, quien fue autorizado para recibir la mitad de la recaudación de la venta de indulgencias, mientras enviaba la otra mitad a las arcas pontificias. Éste había pedido prestado 30,000 florines a los Fúcar, banqueros de Augsburgo, para poder comprar el nombramiento de arzobispo, por lo que estaba sumamente endeudado.
El instrumento principal usado por Alberto para ese singular negocio fue Johan Tetzel, fraile de la orden de los dominicos, hombre astuto y muy persuasivo.

“Las indulgencias – decía él – son la dádiva más preciosa y más sublime de Dios... Venid, oyentes, y yo os daré bulas por las cuales se os perdonarán hasta los mismos pecados que tuvieseis intención de cometer en el futuro... Pero hay más; las indulgencias no sólo salvan a los vivos, sino también a los muertos... Escuchad a vuestros parientes y amigos difuntos que os gritan del fondo del abismo: ‘¡Estamos sufriendo un horrible martirio! Una limosna nos libraría de él; vosotros podéis y no queréis darla’. En el mismo instante en que la pieza de moneda resuena en el fondo de la caja, el alma sale del purgatorio”.
Fue este escandaloso tráfico de perdón lo que movió a Lutero a escribir sus 95 tesis…
Tan pronto Lutero clavó sus famosas “95 Tesis” en la puerta de la Iglesia del Castillo en Wittemberg, criticando la venta de indulgencias, éstas causaron un gran revuelo; en quince días se propagaron por toda Alemania, y en menos de un mes fueron conocidas por una gran parte de la cristiandad en Europa, donde muchos las recibieron con gozo.
El conocido humanista Erasmo de Rotterdam envió una carta a Lutero en la que le decía, entre otras cosas: “No puedo describir la emoción, la verdadera y dramática sensación que provocan”. Y cuando, un poco más tarde el elector de Sajonia le preguntó su opinión sobre Lutero, le respondió con una sonrisa: “No me extraña que haya causado tanto ruido, porque ha cometido dos faltas imperdonables: haber atacado la tiara del papa y el vientre de los frailes”.
Aún en la misma Roma las tesis no fueron recibidas tan mal como pudiera pensarse. Cuando el censor del vaticano, Silvestre Prierias, aconsejó al papa León X que lo declarase un hereje, el papa replicó: “Este hermano, Martín Lutero, tiene un gran ingenio, y todo lo que se dice contra él no es más que envidia de frailes”. Un historiador señala el hecho de que en un principio León X evaluó las tesis como literato más que como papa.
Por supuesto, no todos reaccionaron bien. Tetzel, cuya venta de indulgencias había disminuido considerablemente, escribió una carta llena de acusaciones contra Lutero. Lo mismo hicieron otros, aconsejando incluso que fuese condenado y quemado como un hereje. Así las cosas, el papa envió una carta a Gabriel de la Volta, general de los Agustinos en Alemania, pidiéndole que pusiese fin a esta controversia y que reprendiese a Lutero. Se propuso entonces una reunión que se llevó a cabo del 21 al 26 de abril de 1518 en Heidelberg.
Allí se le dio la oportunidad de presentar una defensa de sus tesis, para cuyo fin Lutero preparó 28 propuestas que llamó “Paradojas”, apoyándose en la Biblia y en las enseñanzas de Agustín de Hipona. En vez de condenar a Lutero, la impresión que causó en Heidelberg fue muy favorable. Martin Bucero, representante de la orden de los Dominicos, escribió: “Lutero posee una gracia muy especial para responder a las preguntas que se le hacen, y también una inalterable paciencia para escuchar... y como ya dijo Erasmo, habla con libertad y sin pretensiones”. Poco a poco Lutero fue ganando simpatizantes que vieron en él un estudioso de las Escrituras y no simplemente un revoltoso.
Entre 1519 y 1521 tres sucesos relevantes prepararon el escenario para la separación final entre Lutero y la Iglesia Católica Romana: su debate con Juan Eck en la ciudad de Leipzig en julio de 1519; la publicación de sus obras “Carta abierta a la nobleza cristiana” y “La Cautividad Babilónica”, ambos en 1520; y la respuesta de Roma en dos bulas papales que le condenaban como hereje y le excomulgaban de la Iglesia.
Eso implicaba que todos los fieles católicos debían evitarlo y que los poderes seculares debían desterrarlo de sus dominios o enviarlo preso a Roma para enfrentar la temida Inquisición. Pero por extraño que parezca, nada de eso ocurrió. Lutero continuó enseñando en Wittemberg y atendiendo al resto de sus obligaciones bajo la protección de Federico el Sabio, quien estaba convencido de que no era un hereje.
Así las cosas, el recién elegido emperador Carlos V propuso celebrar una Dieta en la ciudad alemana de Worms en enero de 1521. A instancias del Papa el caso Lutero fue incluido en la agenda, quien tuvo que comparecer ante el emperador y ante 6 electores, 28 duques, 11 marqueses, 30 obispos, 200 príncipes y unas 5.000 personas más para ser juzgado.
Lutero pensó que tendría la oportunidad de defenderse, pero para sorpresa suya sólo se le permitió responder dos preguntas: si los escritos que estaban sobre una mesa eran suyos y si se retractaba de todos ellos. A la primera respondió que sí, pero pidió tiempo para responder la segunda.
Al comparecer de nuevo ante la Dieta al día siguiente, Lutero manifestó su disposición a retractarse de sus escritos si le mostraban con la Escritura dónde había errado; pero se le dijo que no estaban allí para refutar nada, sino para saber si se retractaba o no.
Lutero entonces respondió: “Puesto que su Majestad imperial y sus altezas piden de mí una respuesta sencilla, clara y precisa, voy a darla tal que no tenga ni dientes ni cuernos, de este modo: El Papa y los Concilios han caído muchas veces en el error y en muchas contradicciones consigo mismos. Por lo tanto, si no me convencen con testimonios sacados de la Sagrada Escritura, o con razones evidentes y claras, de manera que quede convencido y mi conciencia sujeta a esta Palabra de Dios, yo no quiero ni puedo retractarme de nada, por no ser bueno ni digno de un cristiano obrar contra lo que dicta su conciencia. Heme aquí; no puedo hacer otra cosa; que Dios me ayude. Amén.”

Así selló Lutero su separación final de Roma.
Desde antes de la fundación del mundo...